UN MAR DE DIGNIDAD. 24E: Un día histórico de protesta en la ciudad. 

 

En la ciudad de Mar del Plata, el paro general del pasado miércoles fue marcado por una imponente movilización que recorrió el centro, expresando un contundente rechazo a las medidas regresivas adoptadas por el presidente Javier Milei, a tan solo un mes de su asunción.

La masiva marcha, de una magnitud no vista en años en Mar del Plata, los organizadores hablan de cerca de 40 mil manifestantes, congregó a diversas fuerzas, desde centrales obreras y gremios hasta organizaciones sociales, culturales y ciudadanos independientes. Todos unidos en su oposición a las políticas del gobierno, las cuales incluyeron una brutal devaluación, ajustes y la implementación de decretos de necesidad y urgencia, así como la discusión de una ley “ómnibus” en el Congreso, destinada a desmantelar al Estado y desregular la economía.

Las imágenes aéreas son las únicas que alcanzan a mostrar la masividad de la manifestación. Los cientos de videos caseros, realizados por los manifestantes, muestran la potencia de las columnas que no pararon de cantar y agitar las banderas. “La patria no se vende” fue la consigna más repetida por los manifestantes. Se convirtió en la síntesis de todos los reclamos. La Patria como un lugar que debe ser el refugio de nuestros sueños y deseos, un espacio de desarrollo individual y colectivo y no un mero reservorio de recursos humanos y materiales que hay que expoliar. 

El descontento generado en la comunidad marplatense fue evidente en las calles, donde la multitud se congregó en diferentes puntos del centro como parte del paro general convocado por la CGT y las dos CTAs. Desde el mediodía, el sonido de bombos, redoblantes y el colorido de banderas se apoderaron del paisaje. 

Este escenario, marcado por la pirotecnia con bengalas de humo y bombas de estruendo, reflejó el descontento palpable ante las acciones gubernamentales, pintando un cuadro de resistencia colectiva en las calles de Mar del Plata. 

Los gremios del puerto, atravesados por los intentos del gobierno de entregar a empresas extranjeras los recursos pesqueros, recursos que son la base de la industria, arrancaron la jornada muy temprano desde 12 de octubre y Av de los Trabajadores. Una caravana de motos, autos y colectivos recorrieron la calle Juan B Justo e Independencia, hasta llegar a la calle Colón donde se unieron con el resto de los sectores.  Trabajadores embarcados, navales y de la industria del pescado, nutrieron una columna muy grande y ruidosa. “La pesca no se vende” fue la consigna de un sector clave que representa el corazón productivo y laboral de la ciudad. 

Los docentes universitarios, agrupados en ADUM, junto a los trabajadores y trabajadores de la educación y la salud, agrupados en SUTEBA y CICOP, respectivamente, constituyeron una densa columna que se completaba con casineros, lucifuercistas y trabajadores de la justicia. Todos agrupados en la CTA de los Trabajadores. Confluyeron también trabajadores de la cultura. 

La columnas de estatales, de camioneros, guardavidas, trabajadores de la cultura, comercio, gastronómicos, bancarios, municipales y de infinidad de sindicatos fueron engrosando la columna que recibió el apoyo de miles de personas que aplaudían desde la vereda. Fue destacada la participación de jubilados y jubiladas, muchos portando carteles pintados con sus propias manos. 

La UTEP volvió a demostrar una gran capacidad de convocatoria, mostrando el descontento que crece entre los trabajadores de la economía popular. La CCC, MTE, Mov. Evita, Atahualpa, Nuestra América, Barrios de Pie, FPDS, entre otros movimientos dijieron presente. La columna fue encabezada por una bandera con la consigna Tierra, Techo y Trabajo. Las asambleas previas a la jornada 

fueron el condimento de territorialidad que es necesario recrear. Generar debates horizontales y recuperar la calidad de escucha es fundamental en estos tiempos de individualismo embrutecedor. 

Matías Maciel planteó al finalizar la marcha “En tiempos de oscurantismo ultraderechista y de capitalismo salvaje, dar la pelea y construir la salida es la forma de no entregar el alma, de sentirnos vivos y de recuperar la esperanza en nosotros, no como individuos, sino como sujetos colectivos” y agregó “este no es solo un punto de llegada, es fundamentalmente un punto de partida. Hay que transformar toda esta energía en organización popular para ir a buscar, con respeto y empatía, a todos los afectados por esta política”.