“Hoy, la escuela pública es pobre y para pobres”
*Por Agustín Moisano (Secretario Adjunto de CTA)
La escuela de gestión estatal, como le gusta llamar a la dirigencia política provincia a la escuela pública, e una escuela para empobrecidos (también se les llama pobres). En ella conviven y se expresan los problemas de niñxs pobres, de carencias materiales, simbólicas, culturales. No son los mismos problemas que se pueden encontrar en los colegios (o por lo menos en la generalidad de los colegios, entendiendo por ellos, los de gestión privada). También encontramos en la escuela pública docentes empobrecidos y, en general, todo aquel trabajador que se desempeña en una institución estatal sufre estas condiciones.
Hoy, ubicándola en un espacio temporal histórico social determinado tiene nuevas funciones y objetivos que la de otros tiempos. No es la escuela que se fundó en el siglo XIX, ni la que se pensó a mediados del siglo XX, ni siquiera la de finales de ese siglo. La escuela pública tiene una nueva razón de ser. Y esa razón de ser se funda a partir de una realidad social compleja, fruto de la desidia de gobiernos que, periodos tras periodos han visto en la educación una variable más de ajuste económico. Y es en esta lógica que además de perder funciones específicas (la de enseñar) ha adquirido obligaciones generales (alimentar, cuidar).
Encontramos que dicha marginación estructural se mantiene y consolida a lo largo del tiempo, haciendo crónicos los males de una alta desocupación, importante informalidad y precarización laboral, amortización de servicios esenciales para garantizar los derechos, pobreza extrema, crecimiento de flagelos hacia la juventud, abandono por parte del estado de políticas públicas para la niñez, la juventud y la tercera edad, entre otras cosas.
Un cóctel explosivo se genera cuando la marginación de nuestras escuelas y su población deben seguir soportando el desinterés gubernamental del gobierno de turno que, aunque utiliza hermosas frases para y de la Educación, demuestran con hechos la política para una escuela de calidad, científica y digna. Y un ejemplo más de esta realidad es el desinterés por la comida de lxs miles de chicxs que asisten a nuestra escuela pública.
Comedor de sueños
Y si hablamos de complejidad y desidia estatal podemos encontrar en la cantidad y calidad de cupos para comedores escolares un ejemplo mayúsculo.
Si bien siempre fue deficitario ante una realidad social de empobrecimiento generalizado, que afectaba en mayor medida a los sectores de cierta periferia de nuestra ciudad, la gestión Cambiemos ha profundizado en gran medida el flagelo del hambre.
A lo exiguo del monto (24,28 pesos por almuerzo y 15,27 desayuno/merienda) debe agregarse la falta de cupos para atender a la población que no solo quiere sino que necesita de un plato de comida caliente o un desayuno acorde a las necesidades de la niñez y adolescencia.
El 58 % de los alumnos que asisten a las escuelas del distrito de General Pueyrredón no reciben asistencia alimentaria, una parte de los 900.000 de la provincia que están en la misma situación (sobre un total de 2.700.000).
A la voluntad y definición política del gobierno de Vidal de no destinar mayor presupuesto a cubrir las necesidades de lxs jóvenes que asisten a las escuelas públicas, se debe agregar otros problemas complementarios que son su consecuencia directa: la burocratización y el negocio que crece con cada nueva disposición.
Sobre el primer aspecto, la burocratización, se detecta en distintas escalas en el sistema escolar. Desde que se identifica la necesidad de un cupo de comedor por parte de un equipo de conducción de una institución (que se solicita pero que siempre se obtiene menos) hasta que se consigue, se debe gestionar ante varios organismos. Es Desarrollo Social quien envía la partida presupuestaria y los Consejeros escolares son los que la administran localmente los fondos asignados en concepto de asistencia alimentaria (según el artículo 41 de la ley 10.589). Para ello se deberá tener en cuenta las características de la institución 8si tiene personal auxiliar de cocina, si tiene gas, si tiene comedor, etc. Muchas veces se deben proveer de viandas ante la presencia de alguno de estos problemas.
A esta situación se debe agregar la transferencia del Servicio Alimentario Escolar a los gobiernos municipales (23 en total) donde se deberá evaluar por un complejo sistema de puntaje el desempeño de los proveedores.
Y como consecuencia de una política que prefiere olvidarse de los derechos de la niñez y adolescencia, aparecen los negocios de los amigos del poder. Nuestra ciudad ha sufrido su experiencia en este sentido, puntualmente, luego del receso invernal del 2018. Fue en ese momento donde, luego de ser intervenido el Consejo escolar distrital por la gobernación, el SAE cambió de proveedores por “serias irregularidades del servicio”. Así, en tan solo unos días, la empresa Blue Catering (Grupo L de Víctor Lusardi) y Agropecuaria Ancor S. R. L. (ex Resaka), se hicieron del servicio de provisión del SAE de General Pueyrredón. Las vinculaciones de ambos grupos empresariales de servicio de alimentos (ya no solo de escuelas sino también de cárceles, hospitales y otros SAE de municipios oficialistas) con la gobernación se hicieron inocultable.
Un “privilegio” de pocxs.
Mientras que el 50% de los menores de 18 años se encuentra bajo la línea de la pobreza (según un informe de la UCA) los fondos destinados para la comida de nuestrxs alumnxs alcanza cada vez para menos.