por Marcos Maynar.
En el marco de una rebelión histórica de los pueblos latinoamericanos, en un fin de año plagado de luchas, el pueblo cafetero dijo presente.
Desde el jueves pasado, el pueblo y sus organizaciones pusieron por delante una agenda que estaba relegada. Luego de la traición de Uribe y la calma chicha, miles de colombianos, sobre todo jóvenes irrumpieron las calles masivamente luego de años de difíciles y reprimidas luchas.
Aspectos subterráneos.
Colombia desde fines de los 70 y principios de los 80 que no contaba con masivas movilizaciones o luchas prolongadas en la ciudad. Estas estuvieron centradas en los trabajadores rurales y los pueblos originarios. La clase obrera industrial y los sectores populares de las ciudades no habían tomado el papel que tomaron este jueves pasado con un paro histórico. Este tuvo dos condiciones fundamentales: un sentimiento de bronca y hartazgo en la población y una fuerza organizativa con capacidad de convocar y sostener la lucha. En este sentido, el Comité Nacional del Paro como centro coordinador es fundamental; y dentro de este, debe reconocerse el papel protagónico que ha tenido la CUT (Central Única de Trabajadores de Colombia) como la expresión más aguerrida de la clase trabajadora colombiana. Así se pudo asestar un golpe histórico a las políticas neoliberales de Iván Duque.
Otro aspecto a tener en cuenta es la mentira del crecimiento en los papeles. Colombia es parte de los “ejemplo neoliberales” de donde se agarran voceros como los Macri en nuestro país para querer demostrarnos hacia donde debemos ir. Ya lo hicieron con Chile y la respuesta es la misma.
Colombia creció el 3.5% en el último año y las proyecciones le dan un 3.5% para el año entrante. Esto a contrapelo de una región que casi no creció o lo hizo en un 0,1%. Pero el paquete de ajuste lanzado por Duque se suma al casi 11% de desocupación que sufre el pueblo colombiano donde tiene a los jóvenes como principales afectados. Y luego las recetas conocidas: Cada vez menor acceso a la salud y a la educación, privatización de empresas estatales (en este paquetazo de medidas se plantea privatizar 16 empresas estatales para favorecer entre otros a la conocida Oderbrecht). Además el “Paquetazo Duque” hace una reforma sobre jubilaciones y pensiones precarizándolas al máximo. Y al igual que en otros países de la región hay detonantes. En este caso fue el avance sobre “La reforma laboral” la que colmo el vaso. Reformas que intentan avanzar en la mayoría de los países de Sudamérica y el caribe y que tuvo su expresión en nuestro país con la increíble lucha de diciembre de 2017 que fue el primer golpe para la caída de Macri. Mismas recetas y misma respuesta popular.
Bailar en las calles.
Colombia ha sufrido la represión más brutal a lo largo de su historia. Con el paraguas de la lucha contra la guerrilla desde el histórico paro del 77, las acciones de las fuerzas militares y paramilitares fue criminal. Con cientos de muertos, secuestros y desapariciones.
Lo que cambió en este periodo de luchas es la pérdida del miedo. Al igual que en Chile, amparados en una organización y una masividad que acompaña, se enfrentaron no solo con una sangrienta represión callejera ,sino que fueron miles los allanamientos, arrestos y amenazas a dirigentes. Con marchas, actos y hasta fiestas callejeras el pueblo colombiano repite como loro “nos quitaron todo, que hasta nos quitaron el miedo”. Es por eso heroica la resistencia de trabajadores y estudiantes en una Colombia convulsionada. Claro está que esta represión desmedida trae muertos para el campo popular. La más resonante fue la del estudiante Dilan Cruz de 18 años que recibió un disparo de bomba lacrimógena por la espalda y se ha convertido en la cara de la represión y del dolor de un pueblo. Iván Duque al igual que Piñera y Lenin Moreno, desató una brutal represión contra su pueblo. Declarando el toque de queda que fue burlado en las calles céntricas y barriales de las principales ciudades cafeteras. Realmente se perdió el miedo, se masculla bronca y se respira lucha.
Las protestas colombianas ya llevan 5 días. Un hecho, que se repite ahora en suelo caribeño, es que no hay una referencia política fuerte que capitalice esta nueva rebelión. Es por esto que estas luchas, si bien son insipientes, pueden tener resonancias continentales. Sobre todo porque la lógica de “Colombia despertó” no tiene que ver con hechos aislados o espontáneos. Colombia viene acumulando luchas históricas, que si bien ninguna tuvo el grado de masividad, organización y combatividad, fueron abonando esta explosión.
Algunos desafíos que están planteados son mantener la unidad del Comité del Paro, fortalecer las organizaciones políticas, sociales y sindicales a fin de organizar el creciente descontento y sostener la lucha para poder unirla con las tradicionales marchas agrarias de comienzo de año. El gobierno de Duque, de una caída estrepitosa en la popularidad, trabaja a contrareloj para destruir esta unidad y pasar a degüello a un pueblo que enfrenta sus recetas de ajuste y hambre.
Se vienen días difíciles para los colombianos que se suman a los de américa toda. La profundización de las políticas neoliberales y el enfrentamiento en la región en base a la resistencia y lucha de sus pueblos, hacen urgir la solidaridad de nuestro pueblo.