*por Agustín Moisano
Laura se había levantado temprano. Estuvo hasta tarde haciendo una bandera de Argentina con cartulinas, donde con fibra había escrito “Primaria 69 presente”. Hace muchos días quería hacerla, con sus dos hijos, después de haber participado en el primer abrazo a la escuela, allá por junio. El 9 de julio cortaba con otras familias la calle 214 por una escuela digna para mis criaturas, como decía. Y ayer, en un nuevo abrazo y corte, se decidió hacerla por fin la banderita de cartulina. Sabía que hoy tenía que participar, junto a las maestras y otras Lauras de la marcha por la Educación Pública.
Mariné, desde temprano, ya hablaba con sus compañeras docentes de la Primaria N° 7 de Batán. Una semana atrás habían sido noticia porque, junto a las familias, habían realizado un masivo corte de la ruta 88. Peleaban para que la reducción del horario de clases no se haga “natural”, porque dependía de las autoridades dar solución a los problemas. Mientras guardaba la ya gastada bandera argentina con las inscripciones de Yo amo a la Escuela Pública y la defiendo. Mar del Plata – Batán, buscaba con la mirada la tarjeta del colectivo. Tenía que llegar a las 9:45 hs a Luro y La Rioja, donde se encontraría con Julieta y Ángeles.
Elena apagó la pava porque tenía la costumbre de llevar mate a todas las marchas. Armó su equipo con bombilla, yerba, azúcar también, el termo de siempre. Revisó los grupos de WhatsApp de todas las escuelas en donde trabaja y escribió algún que otro mensaje y salió temprano para el centro de la ciudad. En 20 minutos, a esa hora, llegaba bien.Todas las historias confluyeron en un mismo lugar y bajo una misma consigna: Por la recuperación y defensa de la Educación Pública. El reloj marcaba las 10 y se escuchaban el tronar de los tambores y redoblantes de los movimientos sociales, los cánticos de los y las docentes que llegaban de los distintos puntos de la ciudad, los aplausos (un poco tímidos) de las familias. Se veían las banderas coloridas de los estudiantes de la universidad, de los escuelas, de los gremios y las centrales obreras. Las cámaras no sabían dónde enfocar. Miles se desplazaron por la avenida Luro, hasta el Ministerio de Trabajo de Nación; por la calle Rivadavia volvieron, hasta el monumento a San Martín, luego de pasar por el Palacio Municipal. El himno nacional emocionó a los que desde el asfalto, y bajo el sol, habían seguido atentamente los discursos de los oradores que, en las escalinatas del monumento, habían improvisado un escenario.Miles de personas habían tomado en sus manos el protagonismo que merecen las luchas como éstas. Sabían que la unidad entre docentes, estudiantes, familias, gremios es la única forma de ganar una Educación Pública que hoy está siendo fuertemente golpeada; sabían que la lucha no empezaba hoy, ni que tampoco terminaba, porque también saben que va a ser larga y que se va ir profundizando.
Laura seguía tarareando las canciones cuando volvía en el 571 al barrio Las Américas. Mariné contaba anécdotas mientras en el teléfono veía el abrazo que se había realizado en la primaria 21 y Elena acompañaba a un amigo a las clases públicas del CEF N° 1. Pero todos llevaban algo en común: la decisión de seguir peleando por la Educación Pública.