Una conquista que potencia el rumbo que abrió la marea feminista

Redacción. 30 de diciembre de 2020. Foto de portada: Flor Gabbi Logares

Unos días antes de que finalice el 2020, en un día caluroso y de encuentro en el Congreso y en las diferentes plazas del país se vivió un momento histórico. A las 4.12hs de la madrugada del 30 de diciembre, con 38 votos a favor, 29 en contra y 1 abstención resultó aprobada la Ley que garantiza el acceso al aborto legal, seguro y gratuito. Es Ley.

En nuestra ciudad, Mar del Plata, la jornada había comenzado temprano. La regional de la Campaña organizó proyectar la sesión en una pantalla gigante frente al palacio municipal en la Plaza San Martin. Entre el clásico olor de “los choris” que acompañan las luchas populares, se fueron armando los gazebos coloridos. Las jornadas organizativas habían sido arduas, estaba la tensión que provoca la pandemia, cómo lograr realizar la actividad con los mayores recaudos sanitarios. Esto llevó a muchas reuniones, lo que no se ve, pero es esencial. Como en cada marcha, encuentro o actividad hay un mundo oculto, el de las que organizan y le dan forma a la estructura necesaria. A medida que iba corriendo la tarde se fueron juntando, llegaban caminando, en bicis, con sus pañuelos en las mochilas o sus barbijos verdes. Fueron 58 discursos, más de doce horas de vigilia hasta que estalló la alegría, la fiesta callejera que rompió con los argumentos de quienes sostienen que luchar es perder el tiempo.

El Senado aprobó la ampliación de derechos, pero lo que estaba en la calle sigue, este triunfo potencia un rumbo que abrió la marea feminista, que se coloca como un movimiento que conjuga la lucha por lo inmediato, la gestión de proyectos para cristalizarlo en políticas públicas y derechos. Junto al cuestionamiento profundo a la cultura patriarcal que es parte de los cimientos de las desigualdades sistémicas. Es presente y es futuro.

Demostró que un grupo minoritario puede convertirse rápidamente en mayoritario. Hace una década o menos, los 28 de septiembre (Día de la acción global por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito) eran jornadas que agrupaban apenas unas decenas de militantes. Desde la explosión del #niunamenos en 2015, el 2016 con el #parointernacionaldemujeres y en 2018 que inauguró la lucha parlamentaria por el aborto y que no logró la legalización, pero legalizó que se hable en todos los ámbitos de la comunidad, se logró un salto cuantitativo que al mismo tiempo fue cualitativo. Con el debate abierto en 2018 se fue rompiendo el falso dilema de aborto sí o aborto no. Se pudo demostrar que se practicaban cientos de miles de abortos clandestinos por año. Y que la cuestión de fondo es entender en qué condiciones se practican y sus consecuencias, en muchos casos fatales, para las mujeres y personas gestantes que acceden a ellos.

En estos últimos años se incorporaron miles y miles de jóvenes, se sumaron a las generaciones previas que venían sosteniendo la lucha, desde las más grandes, algunas que ya no están. También las que se fueron incorporando en los Encuentros Nacionales de Mujeres. Son diferentes generaciones que acumulan experiencias, saberes, organización y programa, que gestionan y que resuelven lo que el Estado no garantiza, que piensan soluciones y nuevos problemas. Como dijimos, demuestra que un movimiento inicialmente pequeño y fuertemente cuestionado, puede rápidamente convertirse en masivo y universalista. Nos alerta a que cuando aparezcan nuevos movimientos minoritarios, hay que verlos con una cabeza abierta, porque pueden ser portadores de verdades que hoy aparecen ocultas.

La triple consigna permitió avanzar porque dio integralidad, expresó la complejidad de la propuesta. Fue un punto de unidad transversal, así lo expresa María Elena Gutiérrez, integrante de la Campaña y referente de la Red de Acompañantes a Víctimas de Violencia de género “la jornada la vivimos haciendo un recorrido de 15 años de lucha, de estar en las calles, en las redes, en las escuelas, hablando de nuestro derecho, nos unimos de manera transversal y federal en una consigna, todas decíamos educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir, nos fuimos sumando organizaciones sindicales, académicas, estudiantiles, políticas, sociales, hasta que se conformó esa marea verde, que en el 2018 arraso nuestra argentina.”

En el mismo sentido, Laura Ruocco, referente de la agrupación de Mujeres Mardelucha y de la Juventud Comunista Revolucionaria reflexiona: “Hace poco más de una década, quienes nos empezábamos a identificar, a unirnos y organizarnos en la lucha por el aborto, explicábamos con mucha dedicación y amor el significado de la triple consigna. Era un sutil trabajo de hormiga. Ayer, al saber el resultado positivo, la escuché en la voz de miles de jóvenes, en una inmensidad que nos sacudía el pecho, una juventud que se supo plegar a la justeza de una consigna que representa un proyecto social con una mirada integral. En las jóvenes que ayer gritaban, lloraban y le daban magia y fuerza a esta conquista inminente, se encuentra la base de experiencias encuentreras. 35 años de encontrarnos, abrazarnos, organizarnos y escucharnos”

Hablando con mujeres protagonistas, muchas le dan un valor especial a los Encuentros Nacionales de Mujeres como un espacio que le dio continuidad y nacionalización a la lucha del colectivo. Con un carácter horizontal y masivo se puede ver la evolución del programa del movimiento en las resoluciones de los 35 encuentros. También ayudó a construir herramientas de lucha: nuevas agrupaciones, nuevos desafíos, les dio un espacio a miles de mujeres para salir, liberarse y encontrarse con otras. Se fue convirtiendo en una especie de organismo de doble poder, de una energía liberadora inmensa.

María Elena aporta una mirada al peso regional del movimiento “nos convertimos en un faro para nuestro continente, quizá no nos dimos cuenta en ese momento”.  El peso de la legalización del aborto en nuestro país, excede las fronteras nacionales. Genera esperanza en América Latina y el Caribe dando un paso de avanzada en la región. Partiendo de que alrededor del 90% de las mujeres en edad reproductiva en América Latina y el Caribe vive en países con leyes de aborto restrictivas. Argentina se suma a Cuba, Uruguay, Guyana y Guayana Francesa que han regulado el aborto libre, además del Estado mexicano de Oaxaca y la Ciudad de México. En el extremo contrario, están El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Haití que prohíben, sin excepciones, la interrupción voluntaria del embarazo.

Claudia Cabrera, referente de la Corriente Clasista y Combativa, nos cuenta cómo vivió estas jornadas y su significado: “viví esta jornada histórica con muchos sentimientos encontrados, alegrías y tristeza por las que ya no están. Y en medio de todos esos sentimientos, ya no es más ‘será ley’, sino que ‘es ley’. Eso es lo que se ha peleado durante tantos años. Y tiene el significado de poder decidir sobre nuestros cuerpos, han sido muchos años en que la mujer ha sido oprimida”. El testimonio de Claudia alerta que lejos de generar un repliegue esta lucha se potencia, y que no están dispuestas a bajar la guardia: “y la lucha sigue porque tenemos que lograr que lo que ganamos se aplique, que se haga realidad, que la ley sea real en su totalidad”.

Deborah Revori, integrante de la JCR y Mardelucha, expresa desde su mirada juvenil la importancia de la intergeneracionalidad del movimiento: “vivimos la jornada con mucha alegría, energía, mucho agite y mucha juventud de la marea verde, también con muchos nervios. De repente cuando vimos en la pantalla los 38 votos positivos estalló la alegría y lloramos un montón, es muy emocionante, pasamos por todos los estados, porque las historias de dolor que vivimos las mujeres nos unen generacionalmente”.

El movimiento de mujeres, feminismos y diversidad, a riesgo de hacer una simplificación de lo complejo, es la combinación de años de enorme experiencia organizativa (principalmente en la experiencia de los ENM). Una multiplicidad de expresiones ideológicas con matices y transversalidades, heterogénea y sin la dirección de una corriente en particular. Tiene elementos de espontaneidad producto de la “marea” de mujeres que se suman rápidamente que lo hace diferente al resto de los movimientos de lucha en nuestro país. Su riqueza se potencia en esta complejidad, en sus incertidumbres y en sus divergencias.  En palabras de Laura Ruocco: “En la conquista del derecho al aborto se gesta la unidad, la práctica para ir por más. Ésta juventud, y el lazo intergeneracional, nos permite pensar, sin temor a equivocarnos, que podemos ir por todo. Que el avance en derechos sociales nos permite pensar en mareas revolucionarias que hagan crujir y pongan en cuestión las profundas estructuras que nos oprimen. Hoy, el logro de la legalización del aborto, simboliza que tenemos la capacidad de derribarlo”.

María Eva Juárez, de la Red de Acompañantes a Víctimas de Violencia de género, “son sentimientos encontrados de alegrías y de dolores, porque son historias vividas e historias escuchadas de sufrimientos y dominación, fue un momento impactante que nos marca a fondo, y esta marea nos atraviesa a todas independientemente de las ideologías, situaciones económicas o las edades, porque todas conocemos o hemos transitado por esta experiencia, por eso fue muy emotivo y con el correr de las horas, no hay palabra que no me dijeran que no hiciera que yo estallará en llanto, eso demuestra un poco lo que para cada una de nosotras representa, es un cumulo de emociones que es muy difícil de expresar y es una conquista que muestra una vez más la fuerza que tenemos las mujeres cuando nos unimos ”

Elvira Hochberg de la Multisectorial de la Mujer, señala los cambios desde el 2018 a la actualidad “es el resultado de una incesante lucha por los derechos de millones de mujeres de nuestro país, donde venimos impulsando este debate durante años, para que las mujeres y personas gestantes puedan crear sus proyectos de vida sin riesgos por abortos clandestinos, y en esta oportunidad, a diferencia del 2018,  esta demanda cuenta con mayor respaldo político y social, el mundo miró a la Argentina, y este final abre nuevos caminos hacia una democracia que escuche al pueblo”.

Tenía razón Pino Solanas en 2018 cuando dijo que “esta causa esta noche tiene un pequeño descanso, pero en poquitas semanas todas de vuelta de pie. Sino sale hoy, el año que viene vamos a insistir. Y si no sale el año que viene, insistiremos el otro. Nadie podrá parar a la oleada de la nueva generación. Será Ley, habrá Ley contra viento y marea”. Pino no lo pudo ver, pero tenía razón, era una cuestión de tiempo, porque lo nuevo reemplaza a lo viejo, y el conservadurismo puede conservar un tiempo, pero nunca para siempre, cuando la ola se convierte en marea y la marea en tsunami todo lo arrasa. Es una conquista que potencia el rumbo que abrió la marea feminista.