Por Matías Maciel.
Ayer después del partido de Argentina-Polonia en teleSUR pasaron imágenes del festejo en Bangladesh por el triunfo de la “Scaloneta”. “Si Dios quiere, llegaremos hasta la final y ganaremos” dijo un hombre eufórico rodeado de una multitud que agitaba apasionadamente la albiceleste.
Revisando las notas que hacían alusión a tan extraño suceso, me encuentro con un artículo en el diario la Nación que para describir el hecho no pudo eludir señalar, entre los factores que despiertan está pasión,”un fuerte sentimiento antiimperialista” y traía también el comentario del fanático bengladesí “Si dios quiere, llegaremos a la final y ganaremos”, sin señalar la fuente. Tampoco la pavada.
Las imágenes no mienten, allí se encuentra la hinchada de la selección más grande del mundo, fuera del territorio nacional. La venta de remeras a 17 mil kilómetros de Buenos Aires crece exponencialmente. Sin embargo, los pasajes de avión para disfrutar el mundial en Qatar, desde Bangladesh, son casi nulos. Esta claro que los que tiemblan con los cambios de ritmo del rosarino y se emocionan con cada gol argentino son los necesitan que ese “antiimperialismo” siga transformando realidades.
Historia rápida de esta relación. Comenzó por el apoyo diplomático argentino a la victoria en la guerra de liberación por la independencia de ese país. Siguió con el gol de Diego Maradona contra los ingleses en 1986. A partir de ahí se generó un gran amor por el equipo de Argentina.Es decir que, el punto culminante, es la unión en contra de Inglaterra.