Por Laura Ruocco.
El 25N fue una jornada de fuerza y unidad para denunciar la violencia patriarcal, la falta de políticas públicas en materia de género y al mismo tiempo repudiar la violencia represiva que sufre América Latina.
Las mariposas recuerdan a las hermanas Mirabal, quienes fueron víctimas brutales de una dictadura miliar. Este 25N repudiamos al Golpe de Estado en Bolivia y la brutal represión en Chile, en donde se expresa una particular saña machista sobre los cuerpos, como el brutal feminicidio a “la mimo”. En una mecha explosiva que recorre de punta a punta toda América Latina, extendemos nuestro abrazo a los pueblos que luchan cuerpo a cuerpo contra el avance del neoliberalismo.
Las margaritas expresan el pedido desgarrador de justicia por parte de las familias de las víctimas de feminicidios, cuando el Estado ignora la violencia o la ejerce de diversas maneras. Se instalaron como símbolo cuando pedimos justicia por Lucía Pérez, reclamo que aún sigue impune. Pero también la margarita nos recuerda que el horror se transforma en lucha, en vida. Este movimiento, que recoge experiencias y al mismo tiempo se reconstruye y se renueva, que invita a las multitudes, a los partidos políticos, a los colectivos, movimientos sociales y a las diversas identidades, supone un gran avance para derribar una sociedad profundamente desigual. Las calles se colmaron nuevamente, la lluvia, lejos de apagarnos, encendió la fuerza: tambores, banderas, pañuelos, baile, rostros que piden justicia marchando por el centro de la ciudad.En una coyuntura convulsionada, vientos revolucionarios son la nota común. Se siente como que la tierra tiembla, llora, se sienten lazos de unidad que mastican bronca pero que no quieren retroceder.
Los pañuelos verdes más vigentes que nunca. Mientras Macri retrocede con el protocolo ILE, no perdemos la confianza en la marea verde y en que la nueva situación política de Argentina haga realidad el reclamo popular y ponga fin a las muertes por la clandestinidad. En el congreso pedimos Emergencia, pedimos por el aborto legal. Pero en las calles, en las escuelas, en los barrios, las radios, en las fabricas, en la casa, por todos lados las estructuras crujen, ya no nos conformamos, ya no nos callamos. Tres mariposas nos dieron alas y una margarita sembró miles de jardines en América y el mundo. Somos la potencia, la mitad del cielo que empuja las revoluciones de nuestro pueblo entero.