Por Rubén Agüero.
El próximo 18 de octubre se realizarán en el Estado Plurinacional de Bolivia las tan esperadas Elecciones Generales. El pueblo viene luchando fuertemente por la realización de estos comicios desde la consolidación del golpe de estado del 10 de noviembre pasado y la autoproclamación de Jeanine Añez como presidenta interina. Una lucha democrática atravesada por la difícil situación del país hermano, agravada por la Pandemia del Covid 19 que ya lleva más de 137.000 casos y más de 8 mil muertes (718 por millón de habitantes).
La votación se da en un escenario bastante complicado, con denuncias de posible fraude de la derecha y amenazas de levantamiento popular para rechazarlo. El resultado electoral es de gran importancia para la región, y nuestro país en particular.
El llamado a elecciones, las postergaciones y el gobierno ensuciando la cancha
A pesar de la feroz resistencia popular del país hermano con el apoyo de movilizaciones multitudinarias en Argentina y otros países latinoamericanos, el sangriento golpe de estado impulsado por los yanquis, la OEA, la derecha boliviana, grandes monopolios extranjeros, sectores de la iglesia, las fuerzas Armadas y la Policia, pudo consolidarse en Bolivia. Y pudo hacerlo ayudado por el contexto de nuestro continente, con mayoría de gobiernos de derecha, con Trump a la cabeza y su socio Bolsonaro, entre otros. En la Argentina, el gobierno de Macri, golpeado por la derrota de las elecciones, aunque no se pronunció contra el golpe, no pudo reconocer al gobierno ilegitimo de Añez. Esto se debió a la rápida respuesta popular en las calles y el pronunciamiento en contra del golpe del Presidente electo Alberto Fernández, el Frente de Todos y muchas otras fuerzas políticas y democráticas. Esta posición, junto con la de los presidentes de México, Venezuela y Cuba impidieron una represión aun mayor al pueblo boliviano, y lograron preservar la vida y libertad del presidente Evo Morales, funcionarios y otros dirigentes populares.
El gobierno “de transición” de Jeanine Añez arremetió rápidamente contra las conquistas de los últimos 14 años, con una política de entrega de recursos, empobrecimiento y un revanchismo hacia los sectores populares beneficiados por el gobierno de Evo. La detención y persecución judicial-mediática a funcionarios y dirigentes del MAS, buscaron frenar la resistencia. El pueblo enfrento estas medidas del gobierno ilegítimo reclamando el llamado urgente a elecciones. Dicho llamado recién se realizaría en enero, poniendo fecha para el 3 de mayo.
Aunque fue proscripto Evo Morales, el rechazo al gobierno defacto, la división de los sectores de la derecha con siete candidatos y el fuerte apoyo al candidato del MAS-IPSP auguraban una nueva victoria popular. Por eso el gobierno y los medios intensificaron su campaña sucia para proscribir a Luis Arce o a su partido o embarrar aún más la cancha.
En el medio llego la Pandemia del Covid 19 a Bolivia. La demora en declarar el aislamiento, el abandono por parte del estado a los sectores populares, llevaron rápidamente a la saturación del sistema sanitario provocando miles de muertes, junto con graves consecuencias en su economía. Sin embargo, les sirvió para postergar aún más las elecciones, primero a septiembre y luego al próximo 18 de octubre.
Las encuestas y el olor a un posible fraude.
Según encuestas del CELAG (centro estratégico latinoamericano de geopolítica) en julio, Luis Arce del MAS-IPSP lideraba con 41,9%, por sobre los 26,8 de Carlos Mesa (C.C.), Añez con el 13% y mas atrás el candidato ultra derecha Luis Camacho y otros. Estas cifras significan una victoria en primera vuelta (deben sacar mas de 10 puntos al 2º).
En Octubre para el CELAG, las cifras son del 44,4% para Arce, 34 Mesa y 15,2 de Camacho, evitándose así también el ballotage.
Para el diario la Opinión de Bolivia, a fines de septiembre, 4 de 8 consultoras daban al MAS-IPSP ganador en primera vuelta, 2 con diferencia menor a los 10 puntos y 2 empates técnicos.
Los resultados de estas encuestas llevaron a Jeanine Añez y a la candidata del ADN (fundado por el dictador Banzer) a retirar sus candidaturas y asi sumar votos a Mesa.
Una nueva encuesta de la consultora Ciensmori habla de un ascenso en la intención de voto a Mesa que llevaría a una supuesta segunda vuelta. La difusión de este último estudio aunque puede significar un agrupamiento de sectores opositores al MAS, puede ser parte de una manipulación de los medios para convalidar un futuro fraude. Evo Morales denuncio esta semana dicha posibilidad, o un Golpe si la diferencia es estrecha, llamando a conseguir una victoria por amplio margen. Por su parte ante la sospechosa reunión que mantuvieron el ministro Murillo con el Secretario de la OEA Luis Almagro la semana anterior, el secretario de la Central Obrera Boliviana advirtió que se tomarían medidas ante una elección irregular, en tanto Andronico Rodríguez de los cocaleros advirtió con tomar el poder en las calles ante un posible fraude.
En nuestro país
Hay 142.568 electores habilitados en la Argentina, casi la mitad de los votantes en el exterior y el doble de los votantes del departamento de Pando. Es mas del 2% del padrón total. Este numero surgió luego de la depuración por parte del Organo Electoral Plurinacional, que el 5 de septiembre inhabilitó a mas de 25000 residentes bolivianos en el país. Se les dio solo 3 dias para regularizar su situación o reclamar. La razón es que no sufragaron en las elecciones del 2014 y 2016 (aunque los hayan hecho en el 2019, no se lo reconocen). A esto se suma que no se hizo un nuevo empadronamiento que permita sumar a los jóvenes que cumplieron 18 en el ultimo periodo. El MAS-IPSP logro en la Argentina el 92% de los votos en el 2014, y el 82% en el 2016 y 2019.