BRASIL Y AMÉRICA LATINA ANTE EL TRIUNFO DE BOLSONARO

Por Matías Rodríguez, JCR Mar del Plata

El triunfo de Jair Bolsonaro es un golpe muy duro para quienes pensamos y luchamos por una América Latina libre, unida, democrática y soberana. Abre un mar de preguntas para los sectores populares y de izquierda. ¿Cuáles son las causas del triunfo de Bolsonaro? ¿Fenómeno brasileño o tendencia global? ¿Cuál es el balance del periodo iniciado en 2003 con los gobiernos “progresistas”? ¿Cierre de un ciclo? ¿Derechización de las masas? ¿Cuáles son las tareas de las organizaciones populares hoy? ¿Cómo construir nuevas esperanzas? ¿Cómo es posible que en un país de las características de Brasil, hayan elegido a un sujeto abiertamente racista, xenófobo, homofóbico y fascista?

El triunfo de Bolsonaro

En el momento de escribir estas reflexiones, veo por la televisión que confirman el triunfo electoral en el ballotage de Jair Bolsonaro del PSL sobre el petista Haddad. A pesar del enorme esfuerzo militante de miles de brasileros por dar vuelta el resultado, la remontada no fue suficiente, luego de una campaña plagada de mentiras, de “fakenews” vía redes sociales y medios masivos de comunicación. Sus derivaciones y consecuencias producen un gran cambio en la región.El gran capital que inicialmente lo consideraba un “outsider” (forastero, intruso) luego de su creciente éxito lo adopta como uno de los suyos. Pareciera que, similar a la Alemania previa al nazismo, los industriales, banqueros y militares aceptaron la oferta de Bolsonaro: frenar y aplastar a todas las expresiones de izquierda, feministas, sindicales, ecologistas y progresistas en general, aceptando su programa racista y de nacionalismo agresivo, a cambio de seguir conservando y ahondando sus privilegios con un programa económico privatista y antiobrero. Su base de apoyo: el capital financiero de la mano del ”Chicago Boy” Paulo Guedes, Edir Macedo, el líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios y la Bancada Ruralista que reúne a 262 parlamentarios de distintos partidos.Las causas de su triunfo son parte de una tendencia global y regional. La extrema derecha, con un falso discurso anti sistema y anti política consigue apropiarse del descontento popular. En un mundo profundamente desigual y alienado, estos personajes logran sintonizar con esas enormes insatisfacciones. Esta derecha se presenta como lo nuevo, propone dar seguridades en países donde los efectos de la crisis del 2008 han dejado huella. Al igual que las anteriores experiencias de derecha, estos fenómenos son producto de la grave crisis del capitalismo y los sufrimientos de los trabajadores. Una búsqueda desesperada que conecta con amplios sectores populares. La crisis capitalista del 2008 trajo consecuencias políticas duraderas. Con el triunfo de Trump se abrió un nuevo escenario signado por el proteccionismo y la guerra comercial. El triunfo de Bolsonaro produce un gran cambio en América Latina. A comienzos del siglo XXI, América Latina se mostró como una región fecunda para el desarrollo creador de luchas de carácter emancipador. Ante este empuje obrero, popular y antiimperialista, surgieron expresiones que intentaron contener este ímpetu. Las profundas limitaciones de los gobiernos progresistas, pueden explicar parte de las causas de esta reacción neoconservadora. Con la excepción del caso boliviano, que merece un párrafo aparte, casi veinte años de gobiernos del “socialismo del siglo XXI”, “populistas” o “progresistas” no lograron (no quisieron) cambiar las enormes desigualdades sociales, más allá de distribuir rentas no desarrollaron autonomía para romper con la dependencia, ni sacarle el control económico a las corporaciones y monopolios con mayores grados de concentración, ni tocaron la tenencia de la tierra a los grandes propietarios en el campo. Se limitaron a depender (sin aprovechar) de la coyuntura de buenos precios de las materias primas creando una falsa idea de un “capitalismo distributivo”, que una vez finalizada esa coyuntura aplicaron ajustes sobre los sectores populares.Los casos de corrupción fueron un golpe durísimo, quienes venían a defender a los indefensos utilizaron al Estado para engordar sus bolsillos, dando la excusa perfecta para el avance de los Macri y los Bolsonaro. Quienes proponían grandes cambios, se convirtieron en el objeto a cambiar, el voto antipetista, el voto antikirchnerista: el voto en contra, el voto castigo. Lo más grave de esto es que avanza una derecha muy peligrosa elegida por sus pueblos. Bolsonarto le da continuidad al proceso iniciado con el golpe institucional a Dilma Roussef, pero legitimándose electoralmente. Con Temer pasaron las reformas laboral y jubilatoria. El encarcelamiento de Lula y la impotencia de los sectores populares para evitarlo adelantaban la debilidad que luego se expresó electoralmente.

El peso de Brasil, el peso de América Latina. Una elección de peso mundial. El Mercosur controla las mayores reservas energéticas, minerales y de recursos hídricos del planeta. Pasó a ser el bloque con mayores reservas mundiales de petróleo, Argentina y Brasil producen el 25% de la proteína vegetal del mundo y el 55% de las reservas de litio, cuya demanda se ampliará con el desarrollo de la industria automotriz eléctrica. Brasil posee 51% del PB de América del Sur y el 74% del Mercosur. El año 2017 fue record de Inversión Económica Directa (IED) con 87.000 millones de dólares (tercero después de EEUU y China). En los últimos 6 años promedio de IED fue de 65.000 millones de US$. Con Lula creció al 5,5% anual producto del boom de demanda de commodities (80% de la soja y el mineral de hierro se dirigen a China). Con Dilma vino la recesión, una caída del 9% del PBI en tres años. Esta crisis responde a la desaceleración de la economía china, en especial de la IED en construcción y urbanización. Además perdió el 30% de sus exportaciones (sobre todo en mineral de hierro). Fue la peor crisis en Brasil desde 1930. La desocupación de la Población Económicamente Activa (PEA) alcanza el 13,8%. Brasil y América Latina son parte de la disputa mundial. El avance de los planes yanquis de recuperar su influencia en la región, luego del avance de China en las últimas décadas son elementos a tener en cuenta. El ex-miembro del gabinete de Donald Trump, Steve Bannon desembarco en Brasil para seguir la campaña de Bolsonaro, asesora a candidatos de ultraderecha en Europa y América Latina. El enorme apoyo del FMI a Macri da cuenta de este avance y el peso de Estados Unidos en esta nueva etapa. Crear una nueva idea de futuroLas corrientes que simpatizaron con los procesos latinoamericanos anteriores no deben eludir la autocritica, es un error culpar a las masas de inmadurez, derechización o falsa conciencia. Quienes no fuimos parte, pero coincidimos hoy en enfrentar a un enemigo común debemos escuchar que nos dicen en la calle, en las fábricas, escuelas y facultades. La gran tarea es desatar a fondo la lucha de masas para frenar los procesos de ajuste y las políticas represivas, en muchos casos con rasgos fascistas. Esto exige unidad de los sectores populares. Pero esto no se podrá lograr si volvemos simplemente atrás. Necesitamos el protagonismo y la dirección de la clase obrera y los sectores populares en el auge de lucha en curso. Necesitamos ir a cambios radicales de la estructura económica y social, rompiendo con la dependencia, destruir el Estado podrido y corrupto. No podemos conformarnos con no tener a Bolsonaro, debemos cuestionar porque este sistema democrático favorece el ascenso de estas expresiones reaccionarias, hay que ir por otra democracia, más participativa. No nos van a salvar uno o dos iluminados, hay que pararse bien desde abajo. Que toda la energía de la lucha no se divida. Es momento de reflexionar, de pensar, de escuchar